Septiembre de 1957. Cuarto de preparatoria en la escuela de Huequén, en la comuna de Angol, región de la Araucanía. La profesora pide a sus alumnos que escriban una carta a Gabriela Mistral. Quiere que los niños inviten a la poetisa a visitar la localidad. Los alumnos, obedientes, escriben.
Patricio Novoa Pezo, abogado de la Consejería Jurídica de División Chuquicamata era uno de esos niños. Su carta fue una de las cinco elegidas para ser enviadas a la Mistral. “Nosotros vivimos en un pueblito chico al lado de Angol y si usted pudiera venir hasta acá nos alegraríamos mucho. Este pueblo no es elegante y nosotros somos unos niños pobres, pero sabemos que usted quiere a los niños pobres”, escribió entonces.
Del destino de las misivas nunca más se supo…hasta hace poco
Patricio Novoa (1º de der. a izq.) recibe el reconocimiento del director de la escuela de Huequén.
El abogado había olvidado completamente aquella singular tarea. Hasta que no hace mucho descubrió, gracias a la tecnología, que las inocentes letras escritas entonces habían sido encontradas entre las pertenencias de la Premio Nobel tras su muerte. La carta, guardada por años, fue digitalizada y forma parte de la muestra que hoy conserva la Biblioteca Nacional.
“Hice la carta y me imagino que Gabriela Mistral la recibió y la guardó, porque cuando ella murió la encontraron entre sus efectos personales. No me acordaba de esto hasta que la encontré en internet”, recuerda Novoa.
Fue tan grande el impacto que ocasión este hallazgo entre su familia y amigos que el profesional de Chuquicamata dimensionó el valor de su acción.
Y aunque la carta que invitaba a Gabriela Mistral a visitar la localidad de Huequén no cumplió su objetivo, 59 años después generó un acontecimiento no menor. “Que una premio Nobel de Literatura haya recibido una carta escrita por mí, un abogado del montón y la haya guardado, me hizo dimensionar lo importante del tema y más aún que quien la encontró le diera valor, lo que permitió que esté hoy en los archivos de la biblioteca”, explica el profesional.
Reconocimiento para Huequén
El abogado junto a su familia.
Conocido este hecho, Patricio Novoa se contactó con el actual director de la escuela, a quien costó convencer de que no se trataba de una broma ni engaño. “Tuve que llamarlo varias veces. Cuando lo conocí en persona me comentó que hace algún tiempo lo habían estafado. Con esa experiencia, que después alguien lo llame del norte y le cuente de una carta a Gabriela Mistral era natural que estuviera reacio en un comienzo. Hasta que le envié la carta. Él buscó en los registros de la escuela, encontró mi nombre como alumno y cuando me creyó surgió la idea de hacer un acto”, expresó Novoa.
En la ceremonia, una profesora, leyó la carta a todas las personas que se encontraban en el patio del establecimiento. Sólo entonces Patricio Novoa encontró el verdadero sentido de la misiva. Sus emociones fueron compartidas por sus familiares, amigos y ex compañeros de escuela.
Humildemente, Patricio Novoa sostiene que si la carta está en la Biblioteca Nacional es “por mérito del establecimiento”. “Yo sólo fui un instrumento ya que es la escuela de Huequén la que figura en la Biblioteca Nacional”, concluyó.