Iniciativa de la División Chuquicamata permitió que miles de ex habitantes recordaran tradiciones como el pesebre, la misa oficiada por el padre Enrique Olivé y el paseo del Viejito Pascuero
Son varias generaciones que se unen en torno al pesebre, hecho a tamaño real, en Chuquicamata. Ahí estaban los niños de hoy y sus padres, que hace algunos años también se trepaban a ese mismo cerco, con igual inocencia.
Casi todos se conocen. La postal es única. En el corazón de la Plaza Los Héroes, la sombra de su pérgola cobija uno tras otro, apretones de manos, besos y abrazos de quienes fueron vecinos y amigos, hijos de una misma tierra.
Rostros emblemáticos comienzan a llegar. Luis Zavala, suplementero histórico del mineral o el padre Enrique Olivé, captan gran parte de los saludos. Todos, a su modo, aportaron un granito de arena para dar vida al campamento.
Así, los chuquicamatinos recorren cada rincón, ansiosos de revivir una nueva celebración de Navidad. Por segundo año, la División abrió las puertas de Chuquicamata y esta vez, a diferencia de 2012, fue durante dos jornadas.
Una oportunidad única para quienes aprovechan estos momentos. Recordando y soñando despiertos con aquellos años.
Nostalgia
La mayoría de quienes vivieron en Chuquicamata, vuelven cada vez que se presenta la oportunidad. Para los aniversarios o como en este caso, a la hora de revivir las tradiciones navideñas que eran propias del campamento.
Muchos no resisten la emoción. Angélica Ramírez lo deja en claro. Su voz se quiebra al recordar. "Estoy un poco afectada. Son sentimientos encontrados porque yo estudié aquí en Chuqui y estuve hasta el año setenta prácticamente. Estas eran las mejores navidades y siempre tuvimos regalos muy lindos", aseguró.
La nostalgia de los vecinos, se traspasa. "Es una fecha muy emotiva y nosotros vivimos todas estas emociones en Chuquicamata. Trabajé cuarenta y ocho años en la Concentradora y ahora nos quedamos acá para estar cerca de la familia y de esta tierra", dijo Eduardo Zepeda.
A su lado, Celia Orellana dijo que "la Navidad en Chuqui era muy linda, con mis hijos, mi padre y mi esposo y ahora con mis nietos, que están todos crecidos ya. Lo más lindo que me dio Chuqui fue mi vida", señaló emocionada.
Viejito Pascuero
Sin bien la espera fue larga, los visitantes disfrutaron de varias actividades antes de la llegada del Viejito Pascuero. En familia escucharon la presentación de la Orquesta Calama Mi Sol. Villancicos y algunas piezas clásicas, le pusieron ritmo a una tarde de calor abrazador.
Posteriormente, otra tradición. Más de un centenar de personas se reunieron en la explanada de la parroquia El Salvador para escuchar la misa oficiada, como antaño, por el padre Olivé.
Las campanas comienzan a sonar. Grandes y chicos corren expectantes a un costado de la plaza. A lo lejos y a contraluz de un potente sol, aparece el carro con el cual la familia Lira, mantiene intacto el legado de don Alcídes.
Los renos aparecen en escena y tras ellos, el Viejito Pascuero. Sus ayudantes reparten caramelos, entre centenares de manos que se alzan al viento de una tarde que ahora es fría, y que de a poco, comienza a tomar un color gris.
La vuelta tiene varias detenciones. La algarabía termina de pronto y el carro del Viejito se pierde detrás del Auditorio Sindical. La hora del regreso ha llegado.
Un millar de automóviles emprende rumbo nuevamente a Calama. Se apaga la luz y se enciende la promesa de volver a Chuquicamata, la próxima vez en mayo, para saludar al querido campamento en un nuevo aniversario.