Rol social de nuestros trabajadores

 

El terremoto del 27 de febrero

Cerca de las 3:30 de la madrugada del sábado 27 de febrero, un fuerte sismo de 8,8 grados en la escala de Richter, sacudió gran parte del territorio chileno. Según informaciones del U.S. Geological Survey y el Sistema Sismológico Nacional de la Universidad de Chile, el epicentro se ubicó en el mar, frente a las localidades de Curanipe y Cobquecura, a 150 kilómetros al noroeste de Concepción y a 47,4 kilómetros de profundidad. Producto del terremoto, un tsunami devastó gran parte de la zona costera, alcanzando incluso al archipiélago Juan Fernández.

 

Ambos eventos impactaron fuertemente las regiones del centro sur, donde se concentran las ciudades más grandes del país. Desde la región de Valparaíso a la región de La Araucanía, fueron dañadas gran parte de ciudades como Talca, Constitución, Concepción y el puerto de Talcahuano, además de localidades rurales y semirurales donde abundan viejas construcciones de adobe (mezcla de barro y paja) provenientes de la época colonial. Según cifras oficiales entregadas por el Gobierno de Chile, las víctimas fatales ascendieron a 521 personas y cerca de 370 mil viviendas quedaron con daño severo. Se registró un total de 800 mil damnificados, siendo ésta la peor tragedia natural vivida en Chile desde 1960, y uno de los cinco terremotos más grandes registrados en el mundo.

 

La solidez de las instalaciones de Codelco

Divisiones Andina, El Teniente, Ventanas y la Casa Matriz, se encuentran en la zona central, donde el sismo alcanzó similar intensidad. Por esta razón, también impactó sus instalaciones y ciertas unidades operativas se vieron afectadas, teniendo que paralizar sus faenas por algunas horas. Debido a sus estándares de construcción y al cumplimiento con la normativa sísmica que aplica para instalaciones como tranques de relave, minas subterráneas, taludes de rajo y botaderos, entre otros, los daños en ellas fueron menores. Por su parte, División Salvador, aunque no sufrió daños, también debió detener su operación algunas horas, debido al corte de energía eléctrica registrado en la zona.

De particular relevancia fueron los trabajos de estabilidad geotécnica desarrollados por División El Teniente en los tranques antiguos, como Barahona y Cauquenes. Éstos se concluyeron meses antes del sismo y contribuyeron a que no existieran daños significativos.

Tras el cese de las faenas, se calculó un impacto productivo que no superó el 0,5% de la producción anual, y que se recuperó durante el año.

En División Andina, la caída de una roca provocó el rompimiento de un canal de relave, produciéndose un derrame del material que fue rápidamente controlado. División El Teniente registró daños leves en áreas como la concentradora y la fundición, las que se encontraban operativas al día siguiente. En Ventanas, las operaciones completas de todos los circuitos también se reanudaron al día siguiente, aunque sin alcanzar las condiciones de carga habitual, producto de las restricciones eléctricas provocadas por el sismo. El edificio de Casa Matriz sufrió daños menores, y los trabajos se enfocaron a la limpieza de escombros, reponer mobiliario, retirar material de riesgo y realizar las inspecciones necesarias para verificar que fuera seguro reanudar el trabajo.

 

La empresa acude en ayuda de los chilenos damnificados

Las divisiones de Codelco, sensibles a la situación que afectó al país, prestaron ayuda oficial de diversas maneras.

    • Rescatistas, médicos del Hospital del Cobre y otros profesionales de Codelco Norte viajaron a Talca a trabajar directamente para ayudar a resolver las emergencias surgidas como consecuencia del terremoto. Además, enviaron cuatro toneladas de insumos médicos y alimentos no perecibles.

 

 

  •  La unidad de emergencias de División Ventanas partió en ayuda de la comunidad transportando 10 mil litros de agua en camiones aljibe a distintos sectores rurales de la zona que estuvieron por más de 48 horas sin luz ni agua, principalmente en Puchuncaví y Quintero. Además, los representantes del Centro de Deportes y Recreación de División Ventanas participaron en la construcción de una estructura de 40 metros cuadrados, forrada completamente y con un sistema de iluminación de primera calidad, que sirvió como albergue mientras no estuvieron completamente solucionados los casos de familias damnificadas.
  •  La Subgerencia de Casa Matriz, junto con los sindicatos roles A y B, recolectaron alimentos no perecibles, frazadas y artículos de aseo personal. Esta actividad contó con el apoyo de alumnos de diversas carreras que se encontraban realizando prácticas de verano.
  • División Salvador, en un esfuerzo conjunto de toda la comunidad salvadoreña, coordinó con autoridades locales la entrega de 110 canastas familiares de alimentos y útiles de aseo en la localidad de Pumanque, ayuda que se sumó a la construcción de 10 viviendas de emergencias financiadas con dinero recaudado en la comunidad. Además, desarrolló un trabajo con instancias locales como radios, carabineros, bomberos, fundación educacional, sindicatos de trabajadores, empresas contratistas, estudiantes universitarios y la parroquia de la comunidad, para recolectar y enviar una importante cantidad de ayuda al sur.
  •  División Andina aportó 7 millones de pesos para la reparación del jardín infantil Mi Huertito Travieso, de Fundación Integra, en la comuna de Tiltil. La pronta reacción para reparar el establecimiento permitió a 56 niños y niñas retomar sus actividades formativas.

 

 

La solidaridad de los trabajadores de Codelco: aportes voluntarios

Si bien Codelco organizó una serie de iniciativas para ayudar en las tareas de reconstrucción, mucha de la ayuda que recibieron las personas damnificadas por el terremoto y el tsunami fue proporcionada por sus trabajadores que, independientemente como ciudadanos chilenos, se unieron a la red de voluntarios desplegada en el territorio afectado.

  • Acogiendo el llamado de la dirigencia sindical de Codelco, trabajadores de las divisiones Salvador, Ventanas, Andina y El Teniente donaron un día de sueldo a la campaña Chile ayuda a Chile.
  • A Pumanque viajó Rodolfo Reygada, ingeniero en gestión estratégica de Ventanas para liderar un grupo de 160 voluntarios que realizaron tareas de remoción de escombros y recuperación de techumbres en viviendas dañadas. Participó además en la realización de un catastro de habitabilidad de la zona y en la detección de las mayores necesidades de las familias afectadas.
  • La Agrupación Damas de Codelco Norte realizó una campaña de recolección de parkas y abrigos entre los trabajadores de la División, para mitigar los efectos del invierno que afectó a los compatriotas de la zona sur de Chile. Entregaron 2.500 parkas en Hualañé, Duao, Iloca, Curepto y Licantén, región del Maule. 
  • El Sindicato de Trabajadores y agrupaciones femeninas de Ventanas organizaron campañas de recolección de víveres y coordinaron brigadas de ayuda con participación de trabajadores voluntarios, técnicos y profesionales, que apoyaron las tareas de reconstrucción.
  • El Sindicato de Trabajadores de Salvador formó parte de las actividades que la comunidad en su conjunto organizó para enviar una caravana de tres camiones cargados de ropa, alimentos no perecibles y agua, que continuaría recolectando ayuda en las ciudades de Copiapó, La Serena, El Melón, Los Andes, Santiago y Rancagua, para hacerla llegar a los damnificados de Talcahuano y Lota. Se organizó, además, un partido de fútbol que congregó a varias figuras, y el dinero recaudado de las entradas se sumó a este aporte. 
  • También han participado trabajadores de empresas contratistas, como Jaime Briceño (Gerente General de Britec y encargado del proyecto de fabricación de colectores solares para Codelco en la cárcel de Colina), que integró el colectivo Auto-ayuda al Sur y viajó a las zonas de Licantén, Duao y otros pueblos costeros de la Región del Maule. Allí, entregó junto al grupo más de 4 toneladas de ayuda en alimentos y frazadas. Para quienes llevaban días incomunicados y sin agua, su aporte fue fundamental pues aprovecharon de bombear agua de los pozos y cargar los celulares con los generadores eléctricos que llevaron.

 

No podemos dejar de mencionar que otras innumerables acciones particulares y espontáneas fueron llevadas a cabo de manera anónima e igualmente desinteresada por parte de nuestros trabajadores, iniciativas que merecen todo el orgullo de Codelco.

 

 

 

Operación San Lorenzo: El inédito rescate que lideró Codelco

 

 

 

El 5 de agosto de 2010 a las 13:40, la mina San José, ubicada en la zona norte del país a 45 kilómetros de la ciudad de Copiapó, sufrió un colapso de tal magnitud que atrapó a 33 mineros que se encontraban en su interior. Un bloque rocoso cerró definitivamente el paso, dejando a los trabajadores en medio de la oscuridad y el polvo. Sin saber con exactitud dónde y en qué condiciones se encontraban, comenzó de inmediato un inédito proceso de rescate liderado por el gobierno y que Codelco apoyó con equipos técnicos y profesionales de excelencia, dando cuenta del nivel de calidad en el trabajo desarrollado por la minería chilena. Era la llamada Operación San Lorenzo.

 

Fase 1

¿Dónde y cómo están?

Inmediatamente ocurrido el hecho, sin planos actualizados de referencia y en medio de una alta expectación, comenzó la búsqueda de los mineros atrapados. Equipos de especialistas en minería subterránea, fortificación, rescate minero y en montaña, más equipamiento tecnológico de punta, fueron llegando a la mina San José para planear la búsqueda.

De Codelco, los primeros en llegar fueron equipos de División Salvador, a los que posteriormente se sumaron profesionales de El Teniente y Andina. André Sougarret, gerente de Minas de la División El Teniente, fue el hombre designado a solicitud del Gobierno para liderar el proceso.

Las dos opciones iniciales eran realizar sondajes desde el cerro para dar con el refugio donde supuestamente esperaban los trabajadores, o intentar el rescate por la chimenea de ventilación. A poco andar, la segunda alternativa quedó desechada al constatarse que un megabloque rocoso de al menos 700 mil toneladas, que además estaba inestable, cerraba toda posibilidad de entrar por esa vía. Los sondajes se convitieron en la única esperanza.
Mientras los familiares esperan instalados en un improvisado campamento llamado Esperanza (que pronto se haría oficial), varias sondas trabajaban intentando dar con los mineros y una progresiva tensión se generaba entre familiares, rescatistas, dueños de la mina y el Gobierno.

Finalmente, el 22 de agosto, en un momento mágico que se grabaría para siempre en la memoria de los chilenos, la sonda 10B penetró en el refugio y volvió a la superficie con el inolvidable papel escrito con tinta roja: “Estamos bien en el refugio los 33”. Vivido como un milagro, había terminado la fase más difícil desde el punto de vista emocional: encontrar a los 33 mineros con vida.

 

Fase 2

Larga Espera

Entre el momento en que la sonda hizo contacto con los mineros y el momento que comenzó el rescate, pasaron 51 días. En ese tiempo, se desarrollaron las tareas necesarias para crear el mecanismo por el que se llevaría a cabo el rescate: tres perforaciones, de las que una sería la elegida como ducto de transporte de los mineros hacia la superficie (el mismo que fue empleado para establecer el contacto). Fue el llamado Plan B, paradójicamente el menos indicado por su mayor ángulo de inclinación y mayores curvaturas. El viaje sería realizado en una cápsula, que finalmente fue la denominada Fénix 2.
Mientras se realizaban los preparativos, se mantuvo contacto permanente con los 33 mineros, a quienes de manera sistemática y programada se les enviaban, por medio de “palomas”1 o cápsulas, alimentos, agua, medicamentos, ropa y otros objetos necesarios para su sobrevivencia. Del mismo modo, ellos enviaron mensajes a sus familias.
Los equipos de salud encargados de recibir a los trabajadores atrapados, preparaban los protocolos, insumos e infraestructura necesarios para trasladarlos a un hospital de campaña apenas salieran de la cápsula, y luego al Hospital de Copiapó.
Los equipos rescatistas quedaron conformados por expertos de Codelco y empresas de la minería privada, además de submarinistas de la Armada de Chile. Antes de iniciar el rescate,
casi dos meses después de haber sido encontrados, los equipos realizaron los ensayos necesarios para medir el tiempo de viaje de la Fénix 2. Una vez desmontada la máquina perforadora e  instalada la plataforma de izamiento, estuvo todo listo para comenzar. El 12 de octubre cerca de la media noche comenzó su ascenso el primer minero, iniciándose así una jornada que duraría casi 23 horas.

 

Fase 3

El Ascenso

 A las 00:10 del día 13 de octubre llegó a la superficie Florencio Ávalos. Lo esperaba, como a cada uno, el Presidente de la República y otras autoridades de Gobierno, sus familiares más cercanos y todo el equipo de rescatistas que incesantemente trabajaba para sacar a cada uno de los 33.

Durante casi 23 horas, uno a uno fueron emergiendo de las profundidades los hombres que por 69 días estuvieron atrapados. En una impecable maniobra, en la que nunca existió ningún riesgo para la vida de quienes trabajaban en el rescate, ni para quieres estaban siendo rescatados, fueron salvadas 33 vidas con ayuda de todos los sectores nacionales e internacionales.

La magnitud del evento fue tal, que el rescate fue televisado ininterrumpidamente por la televisión chilena y transmitido por variados medios internacionales. Al final de la jornada, a las 21:55 hora local del día 13 de octubre, el jefe de turno Luis Urzúa entregaba el turno al Presidente de la República, pidiendo que hechos como este nunca más vuelvan a ocurrir.

 

Codelco en el rescate

 

La organización superior detrás del rescate

 

“Fue una operación impecable, reconocida por todo el mundo que vio el rescate final. Fuimos con el objetivo de sacar a los 33 mineros y de devolver a los rescatistas sanos y salvos a sus casas. No tuvimos ningún accidente, lo que demuestra que las cosas se pueden hacer bien y en forma segura por muy imposible que parezca la tarea”.

 

André Sougarret, gerente de Minas División El Teniente y jefe de operación de rescate en la mina San José.

 

 

Su elección como segundo hombre del equipo se debió a su experiencia en temas de seguridad y a su condición profesional de sicólogo. Desde su arribo al lugar de la tragedia, tuvo que coordinar a los expertos que trabajaron en las tareas de salvataje y a los familiares de los mineros. En momentos de máxima tensión, debió mitigar los conflictos entre expertos, a quienes nunca antes había visto y que tenían un diagnóstico disímil frente a lo que se debía hacer.

 

“Se trató no sólo de una tarea altamente demandante, sino de las más delicadas que nos ha tocado vivir, ya que todos los conocimientos y recursos aplicados estaban dirigidos al rescate de 33 vidas humanas, lo que implicó un análisis muy intenso de todas y cada una de las posibilidades existentes”.

 

“Al visitar la faena me encontré con gente con la que había trabajado en Salvador y El Teniente, entre otros. Ahí pude constatar la unión que existía entre profesionales de distintos ámbitos y la mística especial que transmitían. Fue un desafío inédito, que creo no se va a volver a repetir”.

 

 

La brigada de rescate

El día del ascenso, 14 rescatistas –10 de ellos pertenecientes a Codelco, dos enfermeros de la Armada de Chile y dos brigadistas de la Región de Atacama– estuvieron a cargo de las maniobras. El líder de los brigadistas fue Ovidio Rodríguez, jefe del Departamento de Prevención de Riesgos de El Teniente.
Bajaron a la mina seis rescatistas, dos de ellos que trabajan en la mina subterránea de División El Teniente. El primer brigadista en bajar y el último en subir fue Manuel González. El otro rescatista fue Jorge Bustamante, que trabaja en el sector Nivel Sub 5 Esmeralda.

 

 

Tiene 46 años, es casado y padre de dos hijos. Lleva 20 años en Codelco, 12 de los cuales se ha desempeñado como brigadista de rescate, con especialidad en fortificación minera y avance vertical. Fue el primero en bajar a la mina y el último en salir, dejando la imagen de un final inolvidable.

 

“Ahora tenemos un nuevo orgullo por pertenecer a Codelco y, sobre todo, que en la empresa hayan confiado en nosotros”.

 

Estando en la mina, su misión era preparar a las personas para subirlas a la cápsula. Como los mineros tenían aprensiones, se preocupó siempre de calmarlos y darles ánimo, alentándolos cuando subían por el tubo.

 

“Lo primero que uno piensa (estando adentro de la mina) es en la familia, y en las familias de los mineros. Poder darles felicidad a esas personas no tiene precio”.

 

Las Comunicaciones

 

Desde que 17 días después del accidente se supo que los 33 mineros estaban vivos, mantener el contacto fue decisivo para enfrentar la larga espera hasta su rescate.

 

Ya al día siguiente de la tragedia, los expertos de la Gerencia de Tecnología de la Información y Comunicaciones (TICA) de Codelco, encabezados por el jefe de ese departamento en División Salvador, Jaime Eade, se habían unido a las labores en la mina San José. Partieron habilitando una oficina en un contenedor con estación de radio, telefonía satelital, internet, celulares, computadores, impresoras, plotter, software. Y un enlace propio desde división Salvador hasta el Cerro San José para integrarse a la red corporativa, con acceso a correos y al Portal Codelco.

 

Al comienzo de las operaciones de Codelco, el objetivo era aplicar soluciones que permitieran detectar cualquier indicio de lo que ocurría al interior. Cuando se supo que todos estaban vivos, la tarea inmediata fue conectar el refugio con el exterior.

 

Las primeras imágenes fueron captadas por una cámara de uso geomecánico, que llegó de División Codelco Norte. Luego, la empresa Micomo (filial de Codelco) diseñó, implementó e incorporó una solución de video-conferencias, a través de fibra óptica para integrar audio e imagen. La cámara se “palomeaba” cada vez que se requería, y fue a partir del 11 de septiembre mediante un poliducto de 10 cm de diámetro, diseñado por profesionales de División El Teniente, que fue posible entregar simultáneamente al refugio a 700 mts. de profundidad, aire enriquecido, agua, electricidad, fibra óptica y dos pares telefónicos, además de la cámara de video con audio instalada de manera permanente. Para que los mineros pudieran conectar correctamente los equipos enviados vía palomas, se les despachó una cámara adicional con instrucciones y un miniproyector.

 

Finalmente, fueron tres los sistemas de comunicación que funcionaron en San José: uno que operó en forma permanente y otros dos de respaldo. Además, se adicionó un sistema de telefonía y TV satelital que se transmitía al proyector en el refugio mediante el sistema de video-conferencia de Micomo.

 

Desde septiembre los 33 mineros atrapados pudieron ver programas de televisión pregrabados, películas, fútbol en directo y Ariel Ticona pudo ver el nacimiento de su hija Esperanza, mediante video-conferencia operada en turnos permanentes, de 16 hrs/día, por profesionales de Micomo.

 

En las últimas semanas se instaló una fibra ultraflexible que fue fundamental para facilitar la manipulación de los equipos en el interior de la mina, y así mejorar la estabilidad del sistema.

 

Siempre conectados, el día del ascenso

Entre los 33 mineros atrapados y el equipo de rescate que trabajaba desde la superficie, se debía mantener una comunicación efectiva y constante. Para eso, se utilizó el mismo sistema que montó Micomo para las video-conferencias, en paralelo al sistema de citófonos que permitió llevar sonido e imagen desde el fondo hasta la superficie. De esta manera operadores, técnicos y 1.200 millones de personas pudieron observar en directo el arribo e izaje de la cápsula Fénix 2.

 

A eso de las 15:30 horas del miércoles 13 de octubre, pleno día de rescate, cuando gran parte de los mineros ya estaban reunidos con sus familias, la fibra óptica se cortó debido al desprendimiento de unas rocas. “Quedamos sin la imagen del video, lo que complicaba el tiempo de rescate, pues esa imagen era utilizada por el operador del huinche para poder calcular en forma exacta el posicionamiento de la cápsula”, relata Larry Grenett, técnico especialista en Telecomunicaciones de División El Teniente. Para dar una solución rápida y efectiva al problema, cuenta que debieron elaborar un plan alternativo, haciendo uso de otros equipos que anteriormente habían enviado al interior de la mina para recibir video al momento del último rompimiento. Para recuperar el contacto “nos coordinamos con los mineros atrapados Ariel Ticona y Pedro Cortés, quienes nos ayudaban con las comunicaciones al interior de la mina, y fueron ellos quienes cambiaron el posicionamiento y configuración de los equipos. Gracias a esto, nuevamente pudimos obtener la imagen de video desde el interior, obtenida por medio de una línea telefónica”, señaló Grenett.

 

Este trabajo se recuerda como una labor realizada en equipo, entre rescatistas y rescatados, con ingenio y dedicación. Larry Grenett envió un sincero agradecimiento “a todo el equipo de trabajo que formamos al exterior e interior de la mina San José, sin el cual no hubiera sido posible obtener estos resultados”.

 

Fénix 2: Hecho en El Teniente

“Yo sabía que podía ayudar a sacar a los viejos”,
Alejandro Poblete, diseñador de la cápsula Fénix 2.

 

Manuel Montecino fue el responsable de encontrar a la persona que podría diseñar el sistema: el ingeniero mecánico Alejandro Poblete, ex trabajador de El Teniente por 32 años.

 

Después de realizar varios bosquejos y diseñar una maqueta con un tubo de papel higiénico y palitos de brochetas, llegó al diseño final de la Fénix 2. Al dar a conocer su boceto, Alejandro Poblete fue inmediatamente designado responsable único del diseño de la jaula, quedando a cargo de la ingeniería conceptual y básica del proyecto, que sería construido en Asmar (Astilleros y Maestranza de la Armada).

 

Alejandro Poblete comenta las claves de su invento: “las ruedas para que la jaula no se golpeara y la cama de mineral que colocamos abajo, en el lugar donde se posaba la jaula. Así no se salía por completo del ducto y no teníamos problemas para volver a introducirla”. En el rescate, el ingeniero estuvo en la salida de cada minero revisando las condiciones de la cápsula.

 

La cápsula se pintó con los colores patrios blanco, azul y rojo. Mide cerca de 4 metros y medio de altura y tiene un peso de 250 kilos. Era izada por un cable de 24 mm de grosor, que fue entrecruzado para evitar que la cápsula se girara. Tenía un arnés para sujetar al pasajero y contó con un micrófono y altavoces para comunicarse con el exterior.

 

 

 

La ayuda de los codelquianos

El derrumbe golpeó a todo Chile, sin duda. Pero a quienes más ha marcado es a quienes a diario trabajan bajo la tierra o, al menos, de la mano en el mismo rubro.

A los pocos días de ocurrido el derrumbe, cuando aún no se conocía en qué condiciones se encontraban los mineros, los Sindicatos Unificado y de Integración Laboral de División Andina realizaron una campaña de recolección de alimentos para los familiares, mientras esperaban en lo que después se llamaría Campamento Esperanza. Además de alimentos, la ayuda se enfocó en reunir frazadas, sabiendo que las bajas temperaturas golpearían a quienes esperaban prácticamente en la intemperie. Una vez realizada la recolección, viajaron al norte para entregarlas a los familiares.

Independiente de la ayuda material, el Sindicato Unificado de Trabajadores promovió la participación de los trabajadores en misas y cadenas de oración, para pedir que los 33 mineros salieran con vida.

Trabajadores de Chuquicamata entregaron 300 mil pesos a cada familia de los mineros, con la esperanza de aliviar en algo el dolor de esos seres queridos. “Traemos un bono para cada familia, sabemos que es un aporte pequeño pero significativo para estos hermanos, que además recibirán todo nuestro apoyo y cariño. Lo que ha pasado acá es una tragedia que ha conmovido el corazón de todo Chile y que recuerda que los mineros somos el sustento del país”, dijo Cecilia González, presidenta del Sindicato de Codelco Norte.

 

Cuando se dio a conocer la feliz noticia de que los mineros estaban con vida, la Guardia E1 de la mina Radomiro Tomic de la Gerencia de Extracción y Lixiviación Norte logró recaudar en siete días 3 toneladas de alimentos no perecibles, en un carro de arrastre construido por ellos mismos. “Esta ayuda nace de nuestro corazón, va con lágrimas, cansancio y esfuerzo de todo un equipo de trabajo y con la felicidad de que nuestros compañeros están vivos”, dijo Jaime Alicera, operador de la mina Radomiro Tomic y líder de esta iniciativa, cuando aún los 33 esperaban su rescate.

 

Un humilde mensaje de un minero como tú (reflexión escrita por Carlos Olivares, operador de la mina Radomiro Tomic, al segundo día del derrumbe).

 

 

En las profundidades interiores de esta bendita tierra, aférrate a la vida, no pierdas las esperanzas, mi corazón está contigo.

 

Tienes temple de acero, eres más fuerte que yo, no pierdas la esperanza, mantente firme y respira.

 

Ahorra tu energía que pronto vamos por ti, somos miles los que oramos y cuidamos de tus hijos, de tu esposa que te espera.

 

Mantente firme y respira en lo profundo de la tierra, en aquella oscuridad la luz son tus recuerdos.

 

Sigue el viento, no te rindas, sólo mantente vivo que cuidamos de los tuyos.