Trabajadores de Codelco se unen para salvar una vida

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Trabajadores de Codelco se unen para salvar una vida

Pavel Valenzuela, gestor de Negocios de la Dirección de Abastecimiento de División Andina, fue el eslabón inicial de una cadena solidaria en toda la organización y que se movilizo para que una menor de dos años superara un accidente doméstico.

Pavel Valenzuela, gestor de negocios de la Dirección de Abastecimientos de División Andina, se preparaba para comenzar su jornada laboral cuando una noticia en la televisión lo conmovió. Catalina Figueroa, una niña de dos años de Santiago, se debatía entre la vida y la muerte tras haber ingerido una crema con partículas de cianuro en su casa.

El accidente ocurrió la noche del martes 8 de julio. La única posibilidad de sobrevivir a la intoxicación era suministrar un antídoto que no se vende en Chile, y que sólo se comercializa en tres países: España, Japón y Estados Unidos. El tratamiento debía llevarse a cabo en las primeras 48 horas, y el arribo más próximo desde el extranjero se concretaría el viernes 11.

Los padres de Catalina hicieron un llamado a todo el país para dar con quien tuviera disponible el Cyanokit y poder salvar la vida de Catalina. El dramático mensaje, repartido en medios de comunicación y redes sociales, se focalizó en compañías de bomberos y empresas ligadas al rubro minero, únicas entidades que eventualmente podrían contar con el antídoto, y así suministrarlo antes del plazo fatal.

Con esa inquietud en su mente, Pavel llegó al Edificio Institucional de Los Andes para revisar el registro SAP y ver si, en alguna división se había adquirido el antídoto. Orientado por René Acevedo, Director de Abastecimiento, el área se puso en contacto con División Salvador, donde se utiliza cianuro de sodio en su proceso productivo, y luego con profesionales del área de tráfico e internaciones de Casa Matriz.

El antídoto estaba en Chile y, en específico, en los camiones transportadores de cianuro. La cadena solidaria unió a toda la organización con el objetivo de contactarse con la empresa colaboradora Rhemer Emergency. Así, en menos de dos horas, el medicamento llegaba al Hospital Militar para salvar la vida de Catalina y dar un respiro de alivio a toda su familia.

Fueron horas complicadas, sin duda. Horas donde la preocupación y el interés de privados anónimos se multiplicaron para dar con el antídoto. Pavel no sabe si la cadena que él comenzó en División Andina, y que contó con el apoyo de sus pares de Casa Matriz y Salvador, fue la que finalmente permitió que la niña recibiera el tratamiento. Tampoco cree que eso importe tanto como destacar el sentido de solidaridad de los profesionales de Codelco.

“Mandé el correo a las 8:29 y a las 9:17 al contactar al proveedor, se nos informó que el antídoto iba en camino al hospital Militar, agradeciendo la preocupación de CODELCO por el caso. Más importante que si la solución salió por acá o en paralelo, es el sentimiento que nos une como padres, que genera la necesidad de ayudar, ya que a uno le puede pasar lo mismo. Espero que la salud de la niña mejore”, afirmó Pavel.

René Acevedo, director de Abastecimiento y figura estratégica en esa agitada mañana, prefiere restarse créditos y relevar el sentido solidario y los valores que mostraron sus compañeros durante la cadena. “Más que el aporte en sí, lo que rescato es la reacción que tuvo la organización en buscar resolver este problema que afectaba a una niña”, y ponía en peligro su vida.

 

Después de horas dramáticas, las noticias eran un poco más alentadoras los días siguientes. Según el último parte médico del Hospital Militar, Catalina Figueroa Mora, de dos años, evolucionaba favorablemente del paro cardiorrespiratorio que le provocó la intoxicación.