El trabajador tenientino y sus familia. De sus padres recibió los valores que hoy, con su ejemplo, hereda a sus hijos.

Solo tres minutos le bastaron a Herdenson Basso Arredondo para agarrar una bolsa desde la calle y dejarla en manos de Carabineros de Chile. Una acción que podría parecer menor salvo por un gran detalle: el saco que estaba en la esquina de Bueras y O'Carrol, en el centro de Rancagua, tenía 200 millones de pesos.

Mientras en Santiago un grupo de asaltantes se llevaba miles de millones de pesos desde el aeropuerto Arturo Merino Benítez, el operario de Plantas Molienda de Sewell, de 45 años, en un ejemplo de honradez, devolvía dinero que era una suculenta tentación económica.

El trabajador de El Teniente transitaba por el corazón de la capital de Sexta Región, de vuelta del médico y en compañía de su hija Katherine, de 12 años, cuando escuchó un golpe y al mirar se dio cuenta que una bolsa se había caído de un transporte de valores. “No me costaba nada devolverlo si estaba a pasos de la Prefectura de Carabineros Cachapoal”, cuenta convencido este padre, además, de Bárbara, de 18 años y marido de Ximena Zambrano.

Nacido en Santiago, pero criado en Rancagua y con casi diez años de labor en El Teniente, solo supo la cantidad de dinero cuando la policía uniformada se lo informó. “Quedé marcando ocupado al principio, pero mi reacción fue automática”, recuerda. Y natural tal vez porque su padre, de igual nombre, fue funcionario de Carabineros por casi una década. De hecho, los uniformados, desde el comandante hacia abajo, lo felicitaron sobre todo por el ejemplo que le daba a su hija en esos momentos, lo que es refrendado también por su esposa.

Donde también su actitud provocó comentarios positivos es en la División. “La mayoría de mis compañeros, incluidos mis jefes y el superintendente me llamaron para felicitarme por mi gesto”, comenta Herdenson Basso. Para él la honradez es un valor muy importante y la aplica también en El Teniente, “si veo algo incorrecto, lo informo”, señala como ejemplo. “Además, si mi acción es motivo de orgullo para mi empresa, qué mejor”, complementa este trabajador, fiel a sí mismo, es decir, a la honradez.

Una vieja costumbre

Para Herdenson Basso esta situación no es nueva. Tiempo atrás devolvió una chequera con dinero que encontró en Rancagua, una billetera con dinero y documentos que halló en Temuco y un celular que se había quedado en un bus Link. Si es un imán para los objetos perdidos tal vez se deba a que, una vez en sus manos, se sabe que regresarán a sus legítimos dueños.